Mendigas…aún somos mendigas de Amor. Un Amor que, sin darnos cuenta andamos buscando como lobas desesperadas que perdieron a su manada… y no lo encuentran… El Amor que nace de nosotras mismas, lo estamos buscando, pidiendo, reclamando y exigiendo como lobas solitarias, fuera de nosotras yendo atrás de él… Y estamos trabajadas, evolucionadas… tenemos tanto camino recorrido, creemos que ya nos empoderamos y no paramos de hacer talleres, rituales y actos mágicos de empoderamiento… Pero cuando nos cruzamos frente a un hombre que nos activa ese “me gusta, ¿le gustaré?”, en nuestra intimidad, cuando nos lo cruzamos… volvemos a ser niñas… niñas que, en el deseo desesperado de que me mire, pongo todo mi poder en sus manos, le cedo mi poder, partes de mi personalidad y mi sentir… y ahí es dónde me vuelvo a desconectar de mí misma en el deseo de ser mirada, acariciada… de hacerme válida. Y ni siquiera nos damos cuenta de que ya somos válidas…
El dolor de la conexión
¿Tanto dolor tuvimos y tanto se desconectó la humanidad, que en lo más profundo de nosotras, no llegamos a alcanzar creer que en nosotras está la sabiduría? ¿Qué la conexión de la misma fuente viene de nosotras y que no hay hombre sobre la tierra que pueda tener esta conexión? Y no es que no sean hermosos, ni tengan sus conexiones, claro que las tienen, pero a nivel biológico, nunca podrán tener ni sentir lo que emana de nosotras, porque como seres humanos somos perfectos para hacer cada uno lo suyo, lo que le corresponde, y la sabiduría profunda viene a través de nosotras. Simplemente, porque así lo gestó esta naturaleza en la que vivimos. Tenemos el poder de la conexión más profunda; surge de nosotras, de todos nuestros mecanismos del ser, del cuerpo, de la fuente que emana en cada rincón de todo lo que somos. Y lo hemos entregado porque de alguna manera, nos lo hicieron creer así. Porque hay un juego complicado en la completitud del masculino y el femenino, tan complicado, que perdimos el significado que tenía y como se hacía desde la complexión del Amor, de manera sencilla y ordenada. Y nos hemos quedado a medio camino preguntándonos a cada rato, que hacemos mal con ellos, que no nos entienden ni nos entendemos…
La belleza de la creación
Nos hemos desconectado de esa fuente interna, y no solo eso, como surge del corazón conectado con nuestra matriz, llegamos a considerarlo no válido, que las cosas no surgían del Amor y la belleza, que era débil, que no valía tanto como una mente masculina, a la que le dimos el poder de la creación… Pero, no, no la tiene, es capaz de crear, pero de otra manera, no con la conexión a la fuente, la belleza, los valores de la proporción áurea que es por lo que nace y crece de forma geométrica y perfecta todo en la vida… Esto lo trae el femenino a la tierra, y por ende, nosotras. El cuerpo tiene Sección aurea, las plantas, los frutos, el cielo, las tormentas, ¡Todo! La geometría sagrada más perfecta, que se duplica y desde lo invisible, crea la belleza visible en todos los ámbitos de la Vida, la naturaleza, los cuerpos, los atardeceres… Y la sabiduría profunda está conectada, a través de la intuición con esta belleza que aún siendo medible, no necesita medida, sale de nosotras porque si. Y es tan innato en nosotras que nunca le dimos importancia, ni valoramos nuestra sabiduría profunda porque surge de la naturalidad, y de ella misma se hace y se produce la magia.
Límites rotos
¿Tanto daño hemos sufrido como mujeres, como humanidad, que se han roto nuestros límites a un nivel tan profundo?, que no somos capaces de verlos, ni sentirlos, ni ponerlos, si no es con la lucha… ¿A qué punto interior y hasta que profundidad se nos han roto los límites sanos? Esos que vienen de nuestro animal instintivo, la supervivencia pura y dura, nuestra mujer salvaje que nos permite ser todo lo que somos y nos lleva a la libertad más absoluta porque nos sentimos libres dentro y no hay miedo… En este lugar no puede haber miedo, porque este instinto está conectado con el sentir de la Vida misma, la entrega, la confianza en lo que es tal y como es todo. La misma que nos lleva a una conexión de saber que aunque las cosas parezcan feas fuera, hay algo mayor a nosotras y a todos, que lo está moviendo todo. Pero cuando nuestros límites se han roto, no tenemos la capacidad de acoger dentro todo esto que se gesta y se mueve en nosotras. Es como una vasija rota que deja que el agua se vaya por todos lados, y por más que se llene de esa sabiduría de la fuente… si no la puedo contener, se escapa, la recibe el otro, y creemos que es él el que nos da ese poder, cuando en realidad, bebe de nosotros…
La lucha
LUCHA… nuestro origen, nuestro inicio y nuestro destino no es luchar, sólo contener esa agua dentro, desde el Amor. Esa no es nuestra herramienta ni nuestra arma… y sin embargo, TODAS estamos luchando… luchando en la sociedad, luchando en el feminismo, luchando con la vida, luchando con los hijos… luchando… Y esta lucha, nos sigue haciendo mendigas, porque la lucha, agota… ¿Cuántas veces nos has escuchado o sentido esa palabra dentro de ti en tu diario o sobre la vida misma? Y esa lucha nos hace desconectarnos tanto, tanto de nosotras, porque es el lado masculino más insano que podemos tener, nos hace desconectarnos tanto que le ofrecemos el poder al masculino una y otra vez… una y otra vez…
«Para que mire»
Y ese ha sido el dolor de toda mi vida, casi sin verlo, sin escucharlo sin darme cuenta… una y otra vez, dándole todo mi poder, mi energía, incluso mi sitio al hombre… para “que me mire”, a cada uno que se iba cruzando. Haciendo cosas que no quería hacer porque confiaba en que su ocurrencia sobre mí, me iba a ayudar, me “iba a salvar”… y eso ha tenido mil millones de efectos más nocivos sobre mi ser, que sanadores… nocivos y desconectados de mí… Pero te das cuenta después que ha pasado y desconectas tu energía de esa persona. Porque mientras estamos ahí, nuestra propia energía regalada, la hemos dado tanto al otro que creemos que es suya, y nos vemos envuelta en un torbellino de emociones, como un huracán con todo volando alrededor, y ahí, es imposible ver nada, solo sentir abruptamente para salvar la vida. Y por supuesto, sosteniendo la relación solo de nuestro lado, con la energía que entregamos y sintiéndonos vacías, porque eso que entregamos, no tuvo retroalimentación tal y como nosotras la entendemos, ni supimos manejarlo ni equilibrar la relación en el dar y el recibir sin culpa. Y sólo cuando el torbellino ha pasado, soy capaz de diferenciar. Esto sucede cuando no tengo mis bases bien asentadas, mis límites de ese jarro de agua.
Víctimas
Huellas de heridas que se tienen que sanar una y otra vez, una y otra vez… Y entonces nos hemos convertido en víctimas, víctimas de la vida, víctimas del hombre, víctimas del placer, víctimas del poder, víctimas… víctimas de nosotras mismas… Y aun así en nuestra lucha, creemos que ya sí tenemos el poder. Y en lo más oculto, en lo más profundo, en la intimidad… seguimos cediéndole el poder a algún hombre, porque su testosterona nos calma, porque no somos seres hechos para andar en soledad, sino en compañía… y esa testosterona, nos complementa, aunque la tengamos también en nosotras, pero es una polaridad diferente. Pero nos hemos vendido por esta compañía, a algo que va mucho más allá y hemos llegado a creer que el hombre nos guía. Así está impreso en la historia, somos del padre hasta que nos entrega al marido… Tenemos “dueño”, somos propiedad de alguien…
Nosotras guiamos al hombre
Y la mayor verdad, es que somos nosotras las que guiamos al hombre… ¿Cuántos años me ha llevado aprender esto, cuantos años darme cuenta?… porque además es una guía silenciosa, una guía desde lo más profundo, desde la sensibilidad, desde la ternura, desde la compasión… Es entonces cuando el hombre se siente seguro y se pone a nuestro servicio desde lo más amoroso. Pero a nuestro servicio, porque cuando estamos conectadas lo que deseamos siempre es el mayor bien para ellos, porque les amamos… Un chico seguro, es el que tiene todo el apoyo y el Amor de la madre, sin que sea sobreprotección en demasía. Y es curioso, porque ellos se creen en conexiones increíbles, que muchas veces son cambiantes o se quedan demasiado enquistadas, porque fallan. No, no es un fallo, es una especie de desconexión porque no tienen todos los canales internos que para nosotras, son naturales. La sencillez, la humildad, la sensibilidad, la compasión, la naturalidad… esos son nuestros dones cuando estamos conectadas a nosotras mismas. Y entonces, sabemos que todo es posible, que todo puede suceder, pero así, de la forma más simple y más natural… Porque es el Ser conectado que trae la Belleza, y la belleza crea la vida, los límites sanos de la geometría sagrada que lo conforma todo encima de la Tierra.
La fuerza bruta
Y en lugar de eso, nos dejamos llevar por la fuerza bruta, por el masculino, por el que Si sea como sea… Y nuestro sistema no está preparado para esto. Nos endurecemos, nos desconectamos, o nos lleva a un estrés que no nos permite vivir en la dulzura de nuestro interno que fluye suave… Y nos perdemos, nos perdemos a nosotras mismas. ¿Cuántas mujeres no veo cada día estresadas, llenas de ansiedad porque no logran algo que la sociedad les ha impuesto de forma masculina? Porque en el día a día han de vivir haciendo, salvando, encargándose de todo el mundo, hasta de sus padres (“Para ser miradas” en el fondo) y eso está descolocando la naturaleza del orden de la familia y produce más estrés y ansiedad aún. Es la linealidad del masculino, que cuando no es sano, nos lleva a un lugar diferente de lo que somos por naturaleza.
Sentirnos
Esa linealidad nos lleva a más desconexión de sí misma, porque las mujeres necesitamos tiempo para sentirnos, cada día y en todo momento… Necesitamos ir a ver el atardecer o amanecer cada día, darnos un paseo por la playa, respirar con conciencia sintiendo nuestro interior, pararnos a escribir, trayendo toda la claridad en nuestras palabras de lo que somos o mensajes llenos de Amor. Porque somos una fuente irrefrenable de sabiduría que necesita brotar con lo que le llega, desde su más pura Esencia. Pararnos a respirar dulces y profundos aromas que lleguen a nuestro cerebro y se expandan por nuestro cuerpo dándonos calma, varias veces al día. Escuchar música, vivir y sentir el arte, danzar, danzar para nosotras mismas, con la tierra, para los demás, expandiendo la mayor belleza que llevamos dentro. Y cualquier tipo de cosa que nos haga sentir que la vida tiene un sentido, que hay algo más profundo que el simple hecho de estar aquí, en este cuerpo y que hemos venido para servir a los demás, parir, trabajar o hacer y hacer cosas sin sentido. Cada trocito de cada una de estas cosas en el día a día es lo que nos hace recuperarnos como la mujer conectada que somos, pero hemos de “pararnos” a darnos cuenta, cada vez más a menudo, para que esa agua interna no se vaya sin darnos cuenta.
Mendigando Amor
Y cuando no lo hacemos, es cuando seguimos mendigando Amor, dándole a él el poder, y aún no nos hemos dado cuenta que hemos de hacerle creer ese poder desde nuestro amor, sin perder un ápice del nuestro… Darle esa agua de nuestra ánfora a sorbitos y por voluntad y elección propia… Pero estamos demasiado malogradas, rotas, sumisas… nuestro límites internos se rompieron y estamos confundidas, y ya ni siquiera sabemos cómo comunicarnos con el hombre para obtener una mínima atención, es entonces cuando nos quejamos porque “están perdidos y solo quieren llevarnos a la cama”… no… las que estamos perdidas somos nosotras. Cuántas mujeres veo en mis consultas y como amigas, mendigando un poco de amor, sí, como auténticas mendigas en el amor, y son grandes empresarias, abogadas… en el mundo masculino, increíbles… en el femenino, nos perdimos… se perdieron…. Y entonces, nos juzgamos, nos criticamos, a veces, casi nos arrancamos la piel a tiras por no conseguirlo… por no ser capaces de comunicarnos con ellos, por no lograr tener una pareja sana… Y es que las que hemos dejado de estar sanas, somos nosotras, porque no es nuestra forma ni nuestro lugar estar luchando continuamente… Nos hace falta meternos mucho en nosotras, dentro, mirar, observar, dónde y de qué manera le estamos cediendo nuestro poder a un hombre en cuanto nos presta un poquito de atención…
Nuestra naturaleza
Estoy triste, estoy triste por haberme dado cuenta de esto y haber sido una de esas víctimas-luchadoras continuas… No poder estar sin hacer nada, sentir culpabilidad, o sentirme vaga… y eso, mis queridas hermanas, es muy masculino. Nuestra naturaleza es sentirnos internamente y hacer lo que nos hace felices, nada más y desde ahí nace el impulso de hacer. Y lo sé porque tras dos semanas sin ganas de nada, absolutas, y siendo una mujer con muchísima energía, sentí que estaba absolutamente deprimida… pero esta vez, lo dejé, lo dejé estar, y a las dos semanas surgió una energía poderosa e iba bailando por las calles viendo el atardecer… Y la vida me volvía a pedir que hiciera las cosas básicas que hay que hay que hacer en la vida… Sentir, oler, disfrutar, vivir… estar quieta para poderse escuchar… Cuando esta energía surge desde el interior, es tan poderosa, que es imparable y no tiene filtro… no lo tiene… Hay mujeres, muchas mujeres, que aún no son capaces de sentir esto en sí.
Reconectarnos
Y hoy, algo me empujó irremediablemente a mis escritos, y escribía esto con lágrimas en los ojos, de una manera muy profunda, pegada ante la pantalla y el papel porque el sentimiento de todo esto que traspasaba por dentro de mí y se ha transformado en palabras, era muy real, muy real en mí y para todas. Porque explica la historia de la humanidad y la desconexión de la mujer de sí misma, porque es más profundo de lo que mis propias palabras puedan expresar, pero sé que muchas mujeres, lo llegaran a captar hasta lo más hondo. Y solo con eso, ya me puedo dar por satisfecha… Porque es hora, es hora de recuperarnos, reconectarnos a nuestra propia fuente continua y constantemente y CONFIAR en nosotras y en esa AGUA que somos… Es hora de detenernos a mirar el mundo desde el ojo del huracán, para que el huracán vaya amainando por nuestro propio ojo y nuestra forma de mirar y poder transmitirlo a los hombres, solo así, realmente, cambiará el mundo que estamos esperando, desde nosotras, y aunque siempre he avocado por hacerlo juntos… en estos últimos tiempos, me he dado cuenta, que el origen del movimiento, nos corresponde a nosotras… Y aunque ya lo sabía a nivel mental, hasta hoy no se ha integrado en lo más profundo de mí… Si quieres reconectarte y recuperar todo tu poder, pincha aquí y mira lo que te tengo preparado. Os Abrazo a todas como hermanas y os invito a recuperar Todo lo que Somos.
Carol Rodríguez